Tuesday, January 27, 2009

El Dulce Veneno de Splenda (y Nutrasweet, Equal et alii)

Le hemos permitido a las grandes corporaciones determinar qué es bueno para nuestro consumo y qué no lo es, y estamos pagando un altísimo precio. Porque lo único que mueve a esta gente que fabrica lo que comemos es el interés de hacer dinero no importa las consecuencias que pueda tener sobre nuestra salud.

Recientemente escribí sobre el disparate dietético de consumir margarina en lugar de mantequilla. Algo similar, o peor, ocurrre con el consumo de edulcorantes artificiales. De entrada es obvio que el azúcar, consumida con moderación, no causa daños al cuerpo. De ningún tipo. Al contrario, como enseñamos en Biología 101, es la principal fuente de energía para el cuerpo. Por si fuera poco proviene de plantas, por el amor de Dios, esas cosas verdes que coevolucionaron con nosotros y que, a través de procesos de adaptación y selección natural, llegamos a acuerdos metabólicos que propenden a nuestro sano funcionamiento como organismos.

Entonces vino el abuso y la gula. Y alguna gente, mucha gente, engordó y le echó la culpa al azúcar. No a sus prácticas glotonas de comerse un bizcocho entero y lamer el plato, ni de consumirla en cuanto producto dulce hay escondida en algo llamado "high fructose corn syrup" (búsquelo en la etiqueta de las galletitas en su gabinete). La culpa era, por supuesto, del azúcar. Así que lo obvio era eliminarla. Sacarla de nuestras vidas como un parásito malo, exorcisarla como a un demonio y buscar alternativas "saludables".

El primer edulcorante artificial fue sacarina (e.g. Sweet'nLow"), producida en el 1878. Su supuesta relación con la generación de cáncer causó una baja considerable en su uso. Aquí fue que entró la farmacéutica Searle con su producto aspartame, un edulcorante artificial aprobado por la "Food and Drug Administration" (FDA). El nombre químico de aspartame es "aspartyl-phenylalanine-1-methyl ester" y proviene de la combinación de los aminoácidos ácido aspártico y fenilalanina. Para poner mi punto en perspectiva, el azúcar de mesa es sacarosa, una combinación natural de las azúcares glucosa y fructosa.

El aspartame es el ingrediente de edulcorantes como Nutrasweet y Equal, entre otros, y el principal edulcorante en las gaseosas de dieta. Tiene la terrible propiedad de ser capaz de cruzar la llamada "barrera sangre-cerebro", y ha sido asociado en varios estudios con tumores cerebrales, lesiones cerebrales y linfomas, entre otros. Para muchos ha sido una paradoja cómo la FDA aprobó este químico sin los estudios necesarios. Baste con señalar que el "Chief Executive Officer" de la Searle en aquel tiempo era Donald Rumsfeld, el ex secretario de defensa bajo la administración de Gerald Ford y de George Bush Jr. Este es el mismo Rumsfeld que le mintió a la nación norteamericana, junto a Bush et alias, sobre las supuestas armas de destrucción masiva en Irak para justificar la guerra. No dude que Rumsfeld usó sus influencias en la Casa Blanca para obtener la aprobación del aspartame.

Las noticias sobre los vínculos del aspartame con ciertas enfermedades propició la creación de otro edulcorante artificial llamado sacaralosa ("sucralose"). Es un derivado de la sacarosa y por tal razón fue mercadeado como una alternativa pseudo natural al aspartame. El razonamiento fue que si proviene del azúcar natural seguramente no hace daño. Se mercadea principalmente bajo la marca Splenda. Entre las complicaciones a la salud reportadas están la migraña, daño al DNA, el timo, e irónicamente algunas personas alegan que están aumentando de peso sin ingerir azúcar natural y sólo Splenda.

Muchos de los estudios citados se han hecho con dosis extremadamente altas de estos edulcorantes por lo que las conclusiones a las que se ha llegado han sido rebatidas por la industria. Pero en lo personal no necesito ningún estudio para saber que si el azúcar natural no hace daño no tengo por qué sustituirla con productos químicos hechos por la industria farmacéutica. Sólo tengo que moderar su consumo, como el de todo lo que ingiero. La única excepción que podría endender es la de los diabéticos, en cuyo caso se justifica.


Tengo otra razón poderosa para no ingerir Splenda, Equal ni ningún químico edulcorante: la mayoría de las personas que veo ingiriendo esos productos están sobrepeso por lo que no les está ayudando a reducirlo y quién sabe si contribuyen a aumentarlo. Yo no voy a echar a un lado una cucharadita de azúcar (con sólo 15 calorías) o de miel para consumir un potencial veneno.


© Edwin Vázquez de Jesús
Universidad de Puerto Rico en Cayey

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